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Camila Mieres 

Académica Carrera de Fonoaudiología 

Universidad de Las Américas Sede Concepción 

En el ámbito pediátrico son cada vez más frecuentes las consultas por dificultades en la alimentación de infantes, siendo una preocupación constante de las familias que se ha convertido en motivo habitual de consulta.

Por reportes sobre esta temática se sabe que entre el 25 y 35% de los niños con desarrollo típico pueden presentar alteraciones al comer, incluso a los 2 años la consulta es aún más frecuente debido a la selectividad propia de la edad. Estas dificultades aumentan entre el 45 y 80% de niños con problemas en su neurodesarrollo.

Particularmente, en recién nacidos y durante la primera infancia, dichas alteraciones pueden deberse a múltiples condicionantes que alteran o dificultan la seguridad y eficacia de la deglución, la que se define como el acto de tragar, permitiendo el paso de alimentos de la boca al estómago por medio de la masticación, movimientos de la lengua, saliva y trituración realizada por los dientes.

En lactantes que sobreviven a cuidados médicos críticos las dificultades en la alimentación podrían ser causadas por falta de coordinación necesaria para la succión-deglución-respiración. Los trastornos de la deglución o también denominado disfagia se pueden presentar como única entidad o coexistir con otras condiciones médicas, y puede presentarse en diferentes formas y grados, desde el rechazo oral a los alimentos o la aspiración de estos a la vía aérea (pulmones).

Como profesionales de la salud el rol del fonoaudiólogo es fundamental en esta temática, pues evalúa, diagnostica e interviene en las dificultades de la deglución y alimentación de diferentes rangos etarios, con el objetivo de facilitar la planificación de estrategias terapéuticas, aportando información valiosa al equipo interdisciplinario.

Se debe considerar que comer es más complejo que solo ¨tragar alimentos¨, pues en este acto influye el contexto donde se lleva a cabo, las personas que participan y la comida que se ofrece, entre otras cosas, por lo cual siempre debemos otorgar un grato ambiente, libre de distractores y saber acudir al profesional idóneo ante cualquier dificultad que se presente, como atoros y tos frecuente, intolerancia a ciertas texturas de los alimentos, por ejemplo.


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